lunes, 5 de enero de 2009

Porque cambiar el año cuando me estaba acostumbrando: Un año más o un año menos

Despedirme de este año fue difícil. Me pasaron tantas cosas que realmente será difícil de olvidar. Es gracioso que al cerrar los ojos para tratar de recordar lo que paso, la nostalgia me fuerce a abrirlos y que una sonrisa se dibuje tímida esperando que todo lo malo se vaya y que lo bueno regrese. Es necesario e importante saber cuándo dejar ir las cosas y lo que escribiré será un intento por hacerlo.

Este año inicio reencontrándome con un copiloto de improvisaciones, con quien dibuje planos con los que esperamos algún día construir algo de humor. Retome esa necesidad de darme el espacio de juego que parecía haber olvidado, quizá preocupado por lo que impone la ley al buen ciudadano, olvide que jugar es divino. Primero creí que jugaba para crear mundos paralelos en los que buscaba esa paz que no encontraba en casa, pero ahora sé que fue por el juego y el re aprender a escuchar que las cuatro paredes que antes parecían una celda se convirtieron en un hogar. Es genial poder llegar a casa luego de cuatro años de espera y aunque quizá este párrafo debería ir hacia el final porque el momento de los cuatro se hizo esperar, he comprendido que la familia es lo más importante.

En este año que se fue hubo despedidas y vaya que fueron difíciles. Nunca podre olvidar que para bailar no hay edad y que cuando uno quiera renegar, siempre estará el futbol peruano para poder hacerlo. Admirare perpetuamente esa gran memoria que espero tener también para nunca poder olvidarlo, aunque si la mente me falla siempre estará en mi corazón. Y junto a usted una de sus personas favoritas con quien crecí y me enseño, entre tantas cosas, que hay personas que dan, sin preocuparse luego por el vuelto. Solo tengo agradecimientos, un gran respeto y un lazo muy fuerte hecho de energía pura.

Encontré nuevos personajes para mi libro que se encargaron de llenar las paginas con distintas emociones y que prometen improvisar capítulos, incluso desde el extranjero llegaron. De ahora en adelante prometo ser un caballero y reunirme en una mesa redonda a jugar póker, quizá solitario, y apostar que nos uniremos más. Llegaron de años pasados, como este que ya no está, para confiarme todo aquello que les costaba, preocuparse por mí y desearme un año nuevo. Siempre costara despedirse y entender porque un perro pierde sus poderes.

Termino como empecé hablando de la familia. Gracias hermanos por estar cuando los necesito y cuando no. Aunque nunca seamos los guapos del barrio tenemos nuestra tarima para hacernos escuchar hasta pardo y más allá. Aunque nos veamos poco, a diario o estemos al otro lado del charco siempre acudiremos para apoyarnos en una charla interminable sin la necesidad de palabras, siempre habrá vino para ustedes. Gracias a todos los que compartieron una mirada conmigo este año, de verdad espero que ninguno de ustedes tenga que irse y que sigamos escribiendo los atardeceres en la playa.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Los padres

En mi hora del día de hoy quiero hablar sobre los padres. Y es que muy aparte de toda la responsabilidad genética que tienen sobre sus hijos, son estos dos seres conocidos como madre y padre quienes lo quieras o no marcaran tu vida para siempre.
Solo piensa en esto un segundo y te darás cuenta que solo hay dos posibilidades te volviste una versión casi idéntica de tus padres, en el mejor de los casos con algunas cosas mejoradas, o eres todo aquello de lo que ellos se quejaban a diario, eres lo opuesto. Un ente que contradice en cada uno de sus pasos todo aquello que tus padres trataron de INCULCARLE.

Señores esto no lo invento, me pasa a mí y a los que me rodean. Les daré un ejemplo. Mi padre es un gran hombre, de metro sesenta y pico, capaz de arreglar todo lo que se descomponga con solo un poco de cinta adhesiva, sus manos y su linterna de pilas inagotables. Si mi viejo es ese hombre serio, concentrado en su trabajo y que uno de niño respeta y hasta teme, algo así como el papá de Kevin Arnold. Yo sería como Kevin un pata que se cuestiona todo que en contraposición no solo me cuesta entender el funcionamiento de dispositivos tan sencillos como un par de pasadores, y es que parece que esa destreza manual es un don que se salta una generación, algo así como la diabetes. Sino que parece sufrir de traumas y de stress que para el simplemente no existen.





“¿Deprimido? Qué es eso, lo que pasa es que este muchacho es un ocioso. Levántate pareces una mujer embarazada”. Con este tipo de frases motivadoras mi padre hizo de mí un hombre que ama los deportes de aventura y que vive la vida a mil por hora. Bueno en realidad no, pero supongo que sin estas frases sería peor.

Mi madre por otro lado, la clásica mamá gallina, no hace más que apoyarme a cada paso, sin presionarme y siendo siempre objetiva. “Hijito que guapo que estas, sabias que han abierto un gimnasio aquí cerca, si decides meterte sería una gran decisión…..lo digo por tu salud”. Gracias a estas frases no solo soy una persona con el autoestima altísimo y seguro de mi mismo, sino que soy una persona generosa que siempre, cerca al verano, hace donación a gimnasios sin el menor interés de usar sus instalaciones.
Sin duda las madres merecen una hora de sesión aparte, pero ya antes de que acabe mi turno quiero que piensen la próxima vez que vean a un chofer de combi que sea un salvaje o a un pituco impertinente antes de renegar piensen como han sido los viejos de estos personajes y se rían imaginando todo lo que les toco pasar.

jueves, 4 de diciembre de 2008

El espectador

¿Nunca te has sentido espectador de tu vida? Esa es la rara sensación que he tenido durante estos últimos meses. Dicen que cuando uno muere ve pasar en pocos segundos toda su vida y que esto momento se hace eterno. Cuando yo escuche esto me preocupe, inmediatamente me tome los signos vitales y puede comprobar que aunque sufro de la presión aun tengo pulso. Esto me tranquilizo porque creí haberlo perdido todo a los quince años.


En estos meses he dejado que las cosas se pasen entre mis dedos y no me preocupe por exprimirlas, curiosamente este aparente desgano me ha permitido analizar mi mundo, lo que he creado alrededor. He sido un espectador privilegiado de momentos tan profundos como un shot, he visto la sonrisa inacabable de la música, he limpiado mis ojos y he sentido el suspenso de la espera de una respuesta. Sé que no siempre podre tener esta actitud, pero creo que es algo que todos deberíamos hacer cada cierto tiempo. Es solo una cuestión de actitud dice el gran Fito, atreverse a desplazarse en el tiempo. Y es un alivio poder esbozar una sonrisa luego de tantas bajas y algunas muy buenas altas en mi caótico viaje.

Hablando de la actitud de espectador, inicio de toda esta sesión. Déjenme contarles el porqué, que inicio todo esto. La improvisación teatral, la nueva pasión de mi vida, ha trasladado su filosofía a mí. Con esto no me refiero que ando mis días improvisando mis pasos, y en todo caso este es un hábito anterior por el cual no debo culpar a mi querida impro. La filosofía a la que me refiero es la de la ESCUCHA y la del juego. Sé que suena fácil y hasta tonto, pero cuando fue la última vez que te tomaste un momento para escuchar a alguien que tal vez ni conocías y te concentraste en su tono de voz, cuando miraste fijamente a alguien a los ojos y trataste de comprobar si son como ventanas. Cuando fue la última vez que te pusiste a jugar como un niño acompañado solo por tu imaginación.

Permitámonos ver nuestra vida y que no nos la cuente un tercero, musicalicemos nuestros momentos, solo luego de vernos y escuchar nuestro mundo seguiremos escribiendo nuestras historias. Creo que el final de toda historia es importante, pero solo tiene sentido porque es el fin de un proceso. Que no nos pase que volteemos y no sabemos en donde estamos. Nunca estés rodeado de gente y te sientas solo, solo tienes que prestar atención y espectar lo que pasa.

¿Que fue lo ultimo que te sentaste a ver?