Solo piensa en esto un segundo y te darás cuenta que solo hay dos posibilidades te volviste una versión casi idéntica de tus padres, en el mejor de los casos con algunas cosas mejoradas, o eres todo aquello de lo que ellos se quejaban a diario, eres lo opuesto. Un ente que contradice en cada uno de sus pasos todo aquello que tus padres trataron de INCULCARLE.
Señores esto no lo invento, me pasa a mí y a los que me rodean. Les daré un ejemplo. Mi padre es un gran hombre, de metro sesenta y pico, capaz de arreglar todo lo que se descomponga con solo un poco de cinta adhesiva, sus manos y su linterna de pilas inagotables. Si mi viejo es ese hombre serio, concentrado en su trabajo y que uno de niño respeta y hasta teme, algo así como el papá de Kevin Arnold. Yo sería como Kevin un pata que se cuestiona todo que en contraposición no solo me cuesta entender el funcionamiento de dispositivos tan sencillos como un par de pasadores, y es que parece que esa destreza manual es un don que se salta una generación, algo así como la diabetes. Sino que parece sufrir de traumas y de stress que para el simplemente no existen.
“¿Deprimido? Qué es eso, lo que pasa es que este muchacho es un ocioso. Levántate pareces una mujer embarazada”. Con este tipo de frases motivadoras mi padre hizo de mí un hombre que ama los deportes de aventura y que vive la vida a mil por hora. Bueno en realidad no, pero supongo que sin estas frases sería peor.
Mi madre por otro lado, la clásica mamá gallina, no hace más que apoyarme a cada paso, sin presionarme y siendo siempre objetiva. “Hijito que guapo que estas, sabias que han abierto un gimnasio aquí cerca, si decides meterte sería una gran decisión…..lo digo por tu salud”. Gracias a estas frases no solo soy una persona con el autoestima altísimo y seguro de mi mismo, sino que soy una persona generosa que siempre, cerca al verano, hace donación a gimnasios sin el menor interés de usar sus instalaciones.
Sin duda las madres merecen una hora de sesión aparte, pero ya antes de que acabe mi turno quiero que piensen la próxima vez que vean a un chofer de combi que sea un salvaje o a un pituco impertinente antes de renegar piensen como han sido los viejos de estos personajes y se rían imaginando todo lo que les toco pasar.